Una de las razones que los inyectables se han hecho tan populares es porque en general tienen un perfil de seguridad muy alto.
Sin embargo, las últimas técnicas y tratamientos han evolucionado hacia patrones que requieren que las inyecciones se hagan a niveles y planos mas profundos de la cara para lograr una remodelación tridimensional, mas bella y natural.
Por consecuencia los procedimientos se han hecho mas delicados y peligrosos. Si a esto le sumamos que el universo de inyectores hoy abarca no solo a los médicos especialistas como cirujanos plásticos faciales, dermatólogos o cirujanos de cabeza y cuello, sino a médicos sin especialidad, enfermeras, asistentes médicos y hasta no médicos como cosmetólogas, estilistas y maquillistas, se entiende que existe una creciente preocupación de la comunidad médica certificada por el potencial de complicaciones.
Si bien existen efectos secundarios relativamente normales en cada inyección como pueden ser dolor, moretones, inflamación pasajera o asimetrías – eventos que se resuelven por sí solos o pueden ser corregidos fácilmente – los inyectables como rellenos y toxinas pueden tener riesgos mas severos. Los más catastróficos son los problemas vasculares. Es aquí donde los cirujanos tenemos ciertas ventajas ya que trabajamos con o alrededor de músculos, nervios y vasos todos los días.
